A comienzos de los años cuarenta no era raro encontrar en cada café de Buenos Aires dos o tres estrategas y un filósofo de barrio. Aguzando la mirada, la ciudad ofrecía otros prodigios: un payador mulato departiendo con Héctor Pedro Blomberg e Ignacio Corsini en boliches de San Telmo o Barracas, un espía inglés que trata de discernir cuán neutral es la neutralidad del gobierno en la Segunda Guerra Mundial, nazis criollos que celebran el ingreso del ejército alemán en París. En esas coordenadas, un escritor de familia bien, Patricio Achával, se debate entre el dios mudo de la poesía y la escritura rentada para radio y teatro, ese mundo que él halla menor y que sin embargo lo cautiva y lo colma. Al mismo tiempo un joven zapatero, el Negro Santiago Morán, encontrará casi sin querer su destino, ser cantor de tangos, y con ello el amor y una fama legítima. Y tres amigos, Francisco Portuondo, simpatizante comunista, Belisario Zanetti, quinielero y miliatante radical, y Benjamín Weismann, estudiante y amante de los libros, podían discutir sin quedar heridos sobre los avatares europeos. Todos ejercían, de un modo u otro, una profesión unánime: ser porteños. Este quinteto inicial atraviesa toda la década, y con ella llegan amores y ocasos, el encumbramiento de Perón y Evita, la gloria de Gatica, la dignidad de los obreros, rupturas definitivas que la política propicia, el apagado final de un período y el estruendoso comienzo de otro, visceral, que divide aguas. Relato coral con un personaje excluyente, Patricio Achával, "Aquellos años cuarenta" es un cofre que atesora la sensibilidad de un tiempo, en sus más diversos registros: desde lo popular a lo culto, desde los salones del poder y la conspiración a las calles cálidas y arboladas de los barrios. Para alivio de la literatura, no podría decirse que esta novela de Pedro Orgambide es un espejo de aquella época. En cambio, puede afirmarse lo contrario: que en esa época existe tal y como revive en estas páginas.
