RESEÑA: Cada una de estas fotografiar, cada una de estas páginas, es un hecho concreto, una acción, un acto. Es un acto que ha sido determinado por una sola fuerza esencial: la fe. Lo que narra este libro es, también, un largo cansino eslabonado por actos que nacen de la fe. Desde los Mayas primigenios, músicos, arquitectos, escultores, pintores y matemáticos, que alzaron pirámides y ciudades a golpes de hechos concretos impulsados por su fe cósmica en el hombre, los astros, la naturaleza; hasta el violento y fecundo choque de la conquista, cuando una ciega fe, cultivada en crisoles medievales, justificaba el tajo de la espada, el fuego de los incendios y de los hierros candentes, la sandalia de los misioneros por entre selvas y culturas incomprendidas. Desde la mirada absorta en el volcán terrible, hasta el recogimiento maravillado ante el terrestre cielo de un lago. Desde la fe, acosada y desesperada, del ritual que pervive en magia, danza, incienso y máscara; hasta la fe del hombre sumido en el pozo de la miseria, que cree aún en el hombre, que cree aún en la vida y sigue construyendo. Desde al fe de un pueblo que se levanta de entre los escombros de un terremoto periódico, fatal, y levanta todo un país sobre sus hombros; hasta la fe del que, en medio de las más despiadadas tiranías, las más prolongadas y tenebrosas, espera amaneceres de libertad, sueña libertad, construye libertad desde la sombra. La historia de este pequeño país es la historia de una fe a prueba de todo. Una fe que siempre sobrevive. Fe que está viva en todo lo que su gente ha hecho y sigue haciendo, en los colores que cubren su desolada pobreza, en la risa de sus niños indefensos, en el color de sus naranjas agresivas, en el invencible sudor de su gente. Las edades no han hecho sino acumular los estratos de su fe, someterla a prueba, confirmarla. Este libro es, pues, una sucesión de testimonios de estos actos: esos permanentes ACTOS DE FE. Volumen ilustrado con fotografías de Sara Facio y María Cristina Oribe. La obra recoge imágenes de las diversas religiones en Guatemala. Miguel Ángel Asturias es el autor del prólogo.
