SINOPSIS: Entes los primeros fantasmas que acosan a los noveles dibujantes está la búsqueda de un estilo. La identidad gestual, al comienzo se muestra esquiva y coquetea con los diestros, los menos preocupados suelen encontrarla de casualidad y para los obsesivos muchas veces adquiere la múltiple forma del plagio. No hay nada más identificable en el mundo gráfico argentino de los últimos treinta años que un dibujo de Fontanarrosa. Marca registrada, esta suma de aciertos y limitaciones que caracteriza a toda obra, en el Negro es una maña imitada y su manera de contar la realidad se ve repetida en toda una generación de humoristas que escriben sus dibujos como él. Al observar sus dibujos y viñetas siempre siento en mis oídos el acento de los protagonistas el lenguaje coloquial es remarcado en los trazos que encierran esos rostros de gente que habla en la calle, las tribunas. o un café de cada lugar del país. En estos momentos de crisis terminal, donde se duda hasta de la identidad es bueno para el alma mirar la obra de Fontanarrosa, uno de los pocos hombres ricos que nos quedaba, si tuviéramos que pagarle con talentos (la moneda imaginaria de los Irnos) porque eso era justamente lo que le sobraba al Maestro: talento.
