SINÓPSIS : Ariel es un muchacho de catorce años que, en el tiempo que le dejan libre sus estudios, atiende la verdulería de su tío, situada en un barrio modesto fronterizo con Fiorito, una de las villas miserias que jalonan la ciudad. Su amor por Pato (Patricia) le conducirá a adentrarse en el peligroso territorio de Villa Fiorito para, en compañía de sus amigos, intentar recuperar la primera pelota de Maradona (preciada propiedad del padre enfermo de Pato), en manos de una banda criminal. El fútbol aparece como necesario telón de fondo del relato, un modo de vida para los argentinos, casi una religión laica de la que Maradona sería el sumo sacerdote (¿o su dios?). Como en el pujante cine del país, los personajes están solidamente construidos, los diálogos son ágiles, chispeantes y llenos de agudeza. El libro cuenta con un útil apéndice final que aclara el significado de algunos argentinismos empleados en la narración. 'No lo pensé pero si lo hubiera pensado hubiera llegado a la misma conclusión y también se lo habría dicho. Tal vez había sido lo que el policía pensaba de mí, tal vez porque me acordé de que mi tío me había enseñado que no había que dejarse paralizar por el temor, tal vez porque sabía que más tarde me iba a encontrar con mis amigos y que ellos no me iban a fallar nunca y que por eso yo tampoco podía fallarles a mis seres queridos, tal vez porque quería ver la cara de Patricia setenta años más joven, o tal vez simplemente porque se trataba de la pelota de Maradona. Y no podía dejar que su pelota estuviera en manos de delincuentes. Tal vez por todo esto, le dije: -No te preocupés, ahora andá a ver a tu papá con Eli que de la pelota me ocupo yo.''
