John Rossi tiene tanto de héroe americano como George Bush de pacifista. Caricatura de personajes detectivescos yanquis, Rossi tiene todo para ser un duro, menos su propio carácter. A lo largo del libro, demuestra ser más íntegro de lo que aparenta, así como también tener sentimientos (se amarga, se desespera, llora). Además, otro ingrediente de esta novela es que nada es lo que parece. Lo que parece fácil o al menos no tan complicado, que es encontrar a Ricardo López, comienza a tomar otro cariz. Las cosas se complican, aparecen y se entremezclan personajes, como Muller, un personaje singular y ambiguo; un capitán de policía, Espíndola, y Blas Aguado, quien traerá luz finalmente acerca del verdadero por qué de la contratación de John Rossi y quién es en realidad Ricardo López. El libro es entretenido y está escrito con oficio, lo cual se debe, con seguridad, a que Eduardo Goldman, su autor, ya ha publicado varios libros; entre ellos Cómo ser intendente y no morirse de angustia, Todo lo que usted creyó saber acerca del sexo (y en realidad no sabía ni medio), El último chiste del gran Jacobi. En resumen: un libro inteligente e irónico.