Si este texto fuera una pintura o una película, no le faltaría un solo color de la naturaleza, ni un tono de la vida silvestre o casi bárbara. Aunque es a su vez una serie de cuadros pictóricos, paisajes esbozados con pureza, y también contiene escenas cinematográficas únicas. El campo, los animales y aves, los árboles, flores, frutos, aparecen trazados con el ojo del naturalista y la mano de quien los ha presenciado, experimentado, vivido, siempre con un sentimiento tan intenso. Junto a esta magnitud sensorial se despliega todo tipo de relatos, aventuras faúnicas, dramas históricos, anécdotas rurales, soliloquios metafísicos, derivas espirituales, todo eso que hace a una vida. Y compartimos lo que dice Calveyra en su Allá en lo verde Hudson: "Me dedicaría a copiar a mano, imagen a imagen, cada línea, cada párrafo de su libro, con la lentitud requerida por estas horas de tregua y acaso de víspera, hacer de Allá lejos y hace tiempo un libro de horas, saborear las imágenes en su propia luz y sombra, cada palabra así convocada, cada uno de los sustantivos que resaltan como en relieve de la trama del libro, palabras bajo el hechizo y la advocación de una mente enamorada".