Asur

Parrot, André

Autor:
Parrot, André
Título:
Asur
Puntos de Acceso Temáticos:
OBRAS DE REFERENCIA - ARTE70 - HISTORIA DEL ARTE -  - ASIRIOS - EDAD DEL HIERRO - BABILONIA - TÉCNICAS MESOPOTÁMICAS - LITERATURA - MÚSICA - 
Autor secundario/Colaboradores:
 -  - 
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CDU:
R 70
Lugar : Editorial y fecha:
Madrid : Aguilar, 1961.
Notas:
RESEÑA: DESPUÉS de SUMER, he aquí ASUR. Sucesión lógica, que podría decirse ineluctable. En uno y otro caso, el mismo país, Mesopotamia, pero dos pueblos muy diferentes. En uno, los Sumerios, raza enigmática en muchos aspectos; en este otro, Semitas, con sus cualidades y sus defectos, pero, en cualquier caso, con este mérito: el de haber sabido sacar partido de las creaciones de una civilización, cuyos aciertos eran y siguen siendo indiscutibles, y de la que dependían directamente. Con Sumer nos hallábamos en los primeros pasos de la humanidad. Con Asur estamos en una época más baja, acaso más accesible, pero, no obstante, no del todo explorada. En efecto, cada año que pasa, nuevos descubrimientos ponen de manifiesto la tónica fragmentaria de nuestros conocimientos sobre este período y nos llevan a revisar muchas ideas admitidas. Sin duda, la impresión habrá sido menor que la sentida ante el mundo sumerio, resucitado más tardíamente, pero no hay que olvidar el asombro y admiración que acompañaron a la reaparición del mundo asirio, cuando, en el muelle del Louvre, en febrero de 1847, fueron des-cargados los toros androcéfalos, cuyas (pupilas frías habían contemplado a Nínive». Ciertos nombres de ciudades antiguas tienen ese poder de evocación. Nínive es uno de ellos. Aunque menos célebre, Asur representa, no obstante, en dos sílabas, la cuna de un pueblo cuya vocación no conoció nunca la mediocridad y que supo imponerse, si bien con métodos poco simpáticos, ya que la fuerza constituyó su único motor. Los Sumerios no fueron seres pacíficos, y, en sus ciudades, muy rara vez estuvieron cerradas las puertas del templo de la guerra. Pero las campañas militares, por las que la supremacía sumeria pudo extenderse a menudo por todo el Oriente Medio. El mundo de Asur, reaparecido a mediados del siglo pasado, fue, ante todo, el mundo de una civilización militar. A los golpes de azada de los obreros del francés Botta o del inglés Layard, surgieron cientos de relieves dedicados al oficio de las armas y a la narración de proezas bélicas. No se nos ocultan ninguno de los medios puestos en acción para imponer una dominación que no se inspiraba, acaso, todavía en la teoría del «espacio vital», pero cuyo verdadero argumento se hallaba en el fondo del corazón de los hombres y que se llama sencillamente ambición. Peli-groso motor, pues una vez puesto en marcha no puede ya ser parado. Trágico engranaje, pues es en el pináculo del triunfo donde se abre brutalmente el abismo. Los monarcas asirios siempre vivieron en esta intimidad con la muerte. Y he ahí por qué, aunque protegidos por batallones de soldados, los soberanos multiplicaron, en las portadas de sus palacios, esos gigantescos toros androcéfalos en guardia vigilante y, en los muros de los patios y de las cámaras, esos genios alados, potencias celestes mezcladas con las escoltas humanas para reforzarlas más. No hay duda de que, a unos y a otros, atribuyeron igual eficacia en la protección permanente.
Nivel Bibliográfico:
Monográfico
Nota normalizada:
CONTENIDO: PRIMERA PARTE: Capítulo I Capítulo II Capítulo III Capítulo IV Capítulo V. Los Asirios y la edad del hierro (1245-606 a. de J.C.) Del Jabur al Tigris. El final de los Asirios. Babilónicos, Neobabilónicos y la vuelta a las fuentes (99o-538 a. de J.C.) Desde los Aqueménidas hasta la muerte de Alejandro Magno (558-323 a. de J.C.) .SEGUNDA PARTE: Las técnicas mesopotámicas: Literatura. Música. TERCERA PARTE: Diccionario-índice. Bibliografía. Documentación arqueológica. Mapas.
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