A partir de la imagen de los cientos de cuerpos que fueron arrojados al mar, los ríos y cordilleras de Chile, INRI, el primer libro que Raúl Zurita publica después de un silencio de tres años, representa una Pasión que hace de los paisajes un inmenso memorial. Esta obra no sólo constituye lo que es posiblemente uno de los momentos más altos de la poesía de su autor sino que, según algunos críticos, cumple con el duelo que a Chile le faltaba. INRI no es sólo uno de los puntos más altos de un poeta, sino de la poesía misma escrita en nuestra lengua. Raúl Zurita se ha convertido con el paso de los años en un autor que no sólo ha trascendido la escuálida página en blanco, los paisajes físicos y mentales o a su propia obra enfrentada a su fin, sino, sea quizá el primero, o el último, en devastar su propia autoría y en ese gesto invisible para él es que podemos desde este otro lado contemplar la inscripción de su nombre en un memorial que nunca se construirá. Y no se construirá por una sencilla razón: ha existido desde siempre. Ese memorial es la humanidad.