RESEÑA: Esta obra, verdaderamente singular, constituye uno de los capítulos más hermosos de los que integran el quehacer vocacional de su autor. El capitán de navío de nuestra Armada, contador Humberto F. Burzio, a quien debemos esta muestra de labor incesante, ajustó su vida a tres aficiones: su carrera castrense, primero, que lo llevó a escribir sobre temas marineros: luego, el estudio moroso de su valiosísima colección de mapas, y la otra, la numismática. La obra de Burzio en el campo de la historia, de gran aliento, es tan amplia como profunda. La mención de algunos títulos muestra de primeras, los asuntos a los que nuestro autor se dedicó con especial preferencia. La historia económica encontró en él un doble favor: el de su contribución original, y lo que significó su obra como apoyo a investigaciones de terceros. Sus trabajos fundamentales todos fueron de inestimable valor están dados en la Ceca de la Villa Imperial de Potosí y su moneda colonial (1945); La moneda primitiva del Peril en el Siglo XVI (1947); Ensayo de un catalogo universal de medallas de los Reyes Católicos y descubrimiento de América, publicado en 1953 en Barcelona, en colaboración con Jaime Colomer Monset; Diccionario de la moneda hispanoamericana (1956 - 58), en tres volúmenes. En lo que concierne a la Marina, sus trabajos a ella referidos gozan del mismo prestigio que los anteriores. Recordaremos, entre ellos, Armada nacional - Historia del torpedo y sus buques en la Armada argentina (1968): Historia de la Escuela Naval Militar (1972), en tres volúmenes. Además del cálido elogio que ha rodeado la labor historiogrfifica de Burzio, este fue objeto de muy honrosas distinciones. Recibió el premio otorgado anualmente por la Archer M. Huntington, de la American Numismatic Society de Nueva York (1960); medalla de honor de la Primera Exposition Iberoamericana de Numismática de Barcelona (1958); y el Premio Javier Conde Garriga, de la Sociedad de Numismática Española (1960). Se incorporó en 1946 a la Academia Nacional de la Historia en aquel entonces, Junta de Historia y Numismática, siendo tesorero de la misma durante más de veinticinco años. En 1976 fue elegido vicepresidente segundo, cargo que ejerció hasta su muerte, el 18 de agosto de 1980. Fue interventor y director del Museo Histórico Nacional, presidente del Instituto Bonaereuse de Numismática y Antigüedades, sociedad de la que siempre hablaba con gran afecto. Con sus colecciones y con las de los miembros de esta Institución se organizaron numerosas exposiciones cartográficas y numismáticas. Los catálogos impresos hablan con elocuencia de la seriedad de estas exposiciones.
