Que Roberto Arlt paseó por su ciudad y por su tiempo la tremenda angustia del hombre que se aspira a la felicidad y se destina al dolor, es cosa sabida. Que ese Roberto Arlt es el mismo cuando exasperado crea a sus locos o cuando con humor porteño describe a las gentes de nuestras calles, lo prueban sus aguafuertes tan reales, en las que la mirada fotografía a los personajes de todos los días y el talento les dibuja un alma. Es así como en esta galería de muchachas de Buenos Aires, vemos desfilar las amarguras y las frustraciones en las mujeres de destino mediocre. Arlt enfoca sus vidas con el lente de la compasión y sólo le indigna el escamoteo de vida que se le hace. Menos compasivo, hiriente y socarrón se muestra en la segunda parte de este libro, con sus Retratos de Pícaros sin Historia. Pero, en ambas series, ya lamente, ya condene, el principio es el mismo: Roberto Arlt, nunca aceptó el sufrimiento humano, lo consideró escandaloso. Sabía inútil su pretensión de un mundo mejor, pero no por eso dejaba de decirla, todos los días, a propósito de todo. Y por eso escribía.
Nivel Bibliográfico:
Monográfico
Páginas:
164 p.
Nota normalizada:
CONTIENE: Yo no quiero saber de líos; La muchacha del atado; La muchacha en el halcón solitario; ¿Existe la felicidad para la mujer que trabaja?; Anda con otra; La empleada que hace guardia el domingo; El voto a la mujer; El hombre que llega tarde a dormir a su casa; Yo no hablo mal del matrimonio; Primeras palabras para conquistar a la dama; La mujer que juega a la quiniela; De las hipócritas profesionales; Mamá, quiero ser artista; El gremio de las curanderas y santeras; Otra vez la cocinera; Cómo se ofende a la mujer; PICAROS SIN HISTORIA; Padres negreros; El parásito jovial; ¡Atenti, nena, que el tiempo pasa!; El hombre corcho; "Cuna de oro" y "Pañales de seda"; "No se lo decía yo"; Elogio del lavacopas; Hablemos de los hinchas; El hombre importante; Jugadores tramposos; Sueño en la comisaría; ¿Dónde está el malandrino?; Escribe un malandrino; El hombre que compró un Lacroze; El hombre que quiere que le levanten la vigilancia; El hombre de principios; La comida del loro; El dirigible del "viejo"; ¡Si no es para matarlos!; Vida de los vigilantes.
