Es frecuente ver en Buenos Aires transitar los paseos y calles de la ciudad por grupos de personas que, evidentemente, componen un grupo familiar: el padre, la madre y dos o más niños. Han elegido un sector determinado para pasear y, al hacerlo, van encontrando elementos que lo componen: plazas, árboles, monumentos, estatuas y placas significativas. Los he visto detenerse, mirar, leer, intentar una explicación y continuar andando sin encontrar, muchas veces, la razón de ser o el porqué de tales cosas en ese lugar. El propósito de BUENOS AIRES NOS CUENTA es el de ir mostrando sectores pequeños en recorridos prácticos que pueden hacerse a cualquier hora en soledad o en compañía. Y, algún día, unirlos como en un rompecabezas y conformar con ellos la gran ciudad. La ciudad de Buenos Aires es como un entrejido donde todo se halla entrelazado; donde a veces se hace difícil determinar límites, comienzos o continuidades. Tal es el caso del tema que nos ocupa. Casi no pueden separarse el Parque Colón del que fuera el Paseo de la Alameda. Penetra uno en el otro. De ahí que en el presente número nos dedicaremos a un sector del Parque Colón y en el próximo, a lo que hemos considerado como su antecedente histórico: el Paseo de la Alameda.