No tienen edad definida. Son hombres, mujeres, chicos y chicas que transitan una ciudad que se quedó con la boca abierta cuando le vio la cara al abismo, algunos años atrás. Son ancianos que perdieron el rumbo, amores a puertas abiertas, pasiones clandestinas, sole-dades compartidas y también recuerdos de calidez y buena compañía. Felicidad de patas cortas, traiciones sin retorno y pequeñas fábulas cotidianas. Hay historias de padres e hijos y otras de amistades quebradas y asignaturas pendientes. Si Buenos Aires tiene voz, es la de Góttling. Cada semana desde las páginas de Clarín sus miradas aparecen como flashes de porteñidad; instantáneas de una ciudad desangelada, de urbe que conoció la gloria y hoy busca remontar, con furia y esperanza, el destino de cartón y decadencia que le designaron.