Cuando de pactos se trata, el hombre ya no es una víctima inocente del diablo. Quien acepta un trato con el príncipe de las tinieblas busca resolver dificultades o cumplir sus deseos con inmediatez, aunque para eso tenga que perder su alma. En "El demonio en la botella", el mal encapsulado pasa de mano en mano hasta aquel que se condena con la posesión definitiva. El protagonista de "Markheim", en cambio, se encuentra cara a cara con ese otro lado oscuro de su propio ser. En ambos casos, el hombre es el escenario propicio para la batalla entre el bien y el mal.