SINÓPSIS: Hegel sostiene que la muerte es lo más terrible y que su aceptación es lo que exige mayor fortaleza. Dice, además, que el entendimiento demanda esta aceptación, ya que por su discurso revela lo real y se revela a sí mismo. El esteta, el romántico, el místico, introducen la idea de la muerte y la entronizan, pero también le instalar, más allá de lo sensible un ámbito ignoto. Para Hegel el espíritu es el ser revelado por la palabra, y la vida del espíritu es la existencia del filósofo o del sabio, consciente del mundo y de ella misma. Sólo cuando toma conciencia de su finitud, y por tanto, de su muerte, el hombre asume, según esta humanizada visión del hegelianismo que Kojéve ofrece, autoconciencia. Sabe entonces que es finito y mortal, es decir, sabe que es hombre y que su escenario es el mundo donde acontece la historia que él crea, según el vaivén incesante de la vida y de la muerte. Para Kojéve, Hegel es el primer filósofo que ha planteado un sistema filosófico completo en relación con el hombre, y por tanto ateo, de forma que la idea de la muerte viene a ser la clave profunda para la comprensión de todo su sistema, y de los alcances reales de su dialéctica.