SINOPSIS: Adam Worth fue el mayor delincuente de la historia de la humanidad. Inició su carrera desertando del ejército en la guerra de Secesión americana. En 1870 se pasó al delito a escala mayor. Fue el protagonista de una larga y exitosa campaña de robos a bancos y fraudes de diversa naturaleza. Cuando Nueva York se le quedó pequeño, trasladó su imperio del hampa a París y Londres, amparado en su aspecto de aristócrata para mezclarse entre las clases altas, a las que luego expoliaba sin piedad. Dominó el juego ilegal en las grandes capitales europeas. En la cumbre de su carrera, protagonizó el robo perfecto: se hizo con el retrato de la duquesa de Devonshire, pintado por Gainsborough; era el cuadro más cotizado de la época. Siempre estuvo un paso más allá de la policía. Alguien, sin embargo, lo seguía de más cerca: William Pinkerton, de la Agencia Pinkerton, primera y más importante agencia de detectives de la historia. La única diferencia entre ellos radicaba en que uno se dedicaba a propagar el mal y el otro a perseguirlo. El Napoleón de los ladrones sienta sus bases en el relato paralelo de estas dos vidas, se rodea de personajes dickensianos y alumbra la visión de una hipócrita sociedad victoriana dominada por la doble moral.