Los Peeters no son como los demás habitantes de Givet, una pequeña ciudad a orillas del Mosa. Son flamencos, ricos, y muy devotos. Germaine, una pobre obrera, mantuvo relaciones con el hijo de los Peeters, y como resultado nació un niño. Una tarde, la chica entró en la casa de los flamencos y desde entonces nadie ha vuelto a verla. En Givet se rumorea que los Peeters la han asesinado y arrojado al Mosa.