Publicado en 1954, supone un alejamiento de la corriente surrealista y el inicio de una nueva etapa en la que el poeta contempla al hombre no desde la realidad del cosmos sino de un modo más humano, donde cabe el amor, los recuerdos infantiles, la serena observación del quehacer cotidiano o los demás hombres. Es un poemario en el que Aleixandre habla, sobre todo, de las relaciones entre personas y, en particular, del amor y sus derivados. Hay, sin embargo, también espacio para otras cuestiones, como los recuerdos de la infancia.