SINOPSIS: Pertenencia y pertinencia hacen falta ambas cosas para construir un relato sólido, una historia de verdad. Porque las historias de verdad no nacen cuando se narran, estuvieron desde antes esperando el narrador, cuando las cuenta, simplemente las pone a la luz de aquellos ojos que no supieron verlas antes. Como profesor, Roberto suele explicar que la juventud es, más allá de lo biológico, un hecho social: un modo de estar, además de un modo de ser. Esta historieta ofrece una rara combinación en un medio tan dado a juvenilismos apenas biológicos, porque es joven en su manera libre de encarar la narración, sin los moldes de1 âdeber serâ de mucha historieta contemporánea, aún la que presume de independiente. En el ritmo y en el trazo hay una respiración nueva, pero a la vez ofrece una densidad de experiencia que le permite ir y venir de la infancia a la madurez, ocuparse de hijos y de padres, de política y de muerte: recorrer la ruta 22 también en el tiempo de una vida y en el tiempo de la historia. Mucho tiene que ver con esa libertad que haya trabajado con una de las más prometedoras y personales dibujantes de las nuevas generaciones: Nacha Vollenweider.