Badenheim, ciudad de veraneo. Año 1939. Con el buen tiempo, a la ciudad llegan los huéspedes de temporada, dispuestos a tomar el sol, oír música, comer pasteles, disfrutar de agradables veladas y observar la vida ajena con interés. Son judíos acomodados, seguros de su respetabilidad y centrados en sus pequeños dramas personales o domésticos. A su alrededor, las señales de que algo raro está pasando son evidentes: aparecen cercas y alambradas, se habla de un tren que les llevará a Polonia, el Departamento de Sanidad exige que todos los judíos se registren. Parece que este año será muy alegre, es el comentario general. Aún hoy en día se sigue aceptando que los judíos somos gente hábil y refinada, que tiene acumulada toda la sabiduría del mundo. Pero, ¿no es fascinante observar la facilidad con que nos engañaron? Utilizando unos trucos sencillísimos nos juntaron en guetos, nos mataron de hambre durante meses y al final nos enviaron a la muerte por vía férrea, confiesa Appelfeld a Philip Roth en la entrevista que sirve de prólogo a esta novela. Una novela amenazadora, terrible, pero al mismo tiempo llena de compasión y ternura por esas víctimas que se resisten a ver lo que está sucediendo a su alrededor.