RESEÑA: Hannah Arendt nació en Alemania en 1906 y falleció en Estados Unidos en 1975. Aunque rehusaba ser llamada filósofa lo fue, como también una historiadora, una ensayista y una teórica de la política. Hija de padres judíos, asumió su condición con orgullo y personalidad, circunstancia que la llevo a vivir un largo exilio fuera de su patria pero también a enfrentarse con las posturas sionistas más ortodoxas. Estudió filosofía con Martin Heidegger, con quien tuvo una relación amorosa a pesar de la notable diferencia de edad entre alumna y maestro. Él adhirió luego al Nacional Socialismo y tras una transitoria ruptura, mantendrían una duradera y distante relación de afecto y respeto. Hannah escribió una tesis doctoral sobre San Agustín, y nada menos que Karl Jaspers fue primero su guía académico y luego su entrañable amigo. Emigró a Francia y a los Estados Unidos después. Sus francas posiciones no dejaban de generarle enemigos y en oportunidades, pérdida de amigos que no comprendían su compromiso con la verdad. Tuvo dos matrimonios; el segundo de ellos, con Heinrich Blücher, la acompañaría toda la vida. Fue una prolífica escritora y analista de los movimientos políticos de su época, del germen totalitario en los mismos, de la naturaleza del poder y de la política como actividad humana. Defendió a ultranza sus convicciones, como cuando objetó formalmente el juicio seguido en Israel al criminal de guerra Adolf Eichmann y fue tildada de traidora a la causa judía.