RESEÑA: La novela, contada en primera persona, la protagonizan casi en exclusiva el narrador y dos compañeros suyos, Richie y Tam, trabajadores de una pequeña empresa radicada en Escocia. El encargado, o sea el narrador, es casi uno más, se supone que lo es en el salario y en el trabajo, aunque tenga que vigilar y coordinar a los otros. Viajan en una camioneta que remolca una destartalada caravana en la que duermen cuando trabajan fuera. Jamás logran llegar a tiempo a los lugares de destino. Al narrador se le nombra encargado en las primeras palabras con que se abre el libro. Te dejo al cargo de Tam y Richie , dijo Donald. No pueden ir a Inglaterra solos. La tarea consiste en colocar vallas por los campos de Escocia y de Inglaterra fences en inglés que tiene también un significado como de barrera del que carece en español, con la finalidad de impedir que los animales domésticos se salgan fuera de la linde. La primera preocupación del narrador es motivar en cada momento a sus dos ayudantes para que realicen los trabajos a tiempo y con el esmero profesional que se exige de ellos. Ardua tarea. La intriga y la tensión de cada página se sustentan precisamente en el temperamento de ambos. No pasa nada importante en esta narración de la vida de tres obreros itinerantes que construyen, a desgana, pero con pericia, vallados de alta tensión. Nada, excepto la muerte de varios personajes. De estos episodios, narrados con lacónica comicidad, surge el retrato de tres hombres sometidos por la lógica del empleo precario. Una historia sobre cercas y muerte que lleva al lector a descubrir una revelación de naturaleza casi religiosa.