RESEÑA: Durante el Seicento, fragmentada en pequeños estados, sometida al poder político-militar de España y dominada en lo espiritual por el Papado, Italia retomó la iniciativa artística. A fines del siglo xvi, el arte manierista era superado por el clasicismo académico de los Carracci y el tenebrismo naturalista de Caravaggio. Nuestro discurso parte del estudio de estos movimientos, entendidos como episodios de arranque de la metamorfosis total que convulsionó al artificio-so tardo Manierismo y anunció, sin ambages, la súbita irrupción del Barroco. Hacia 1630, el nuevo estilo alcanzó su plenitud hedonista en Roma (convertida, a más de en capital política del Estado de la Iglesia, en capital supraterritorial del Cristianismo católico) de la mano de las creaciones de Borromini, Bemini y Da Cortona, quienes, al recurrir a la fantasía y el sentimiento, superaron las altas cotas formales del Renacimiento. Sus obras colmaron las exigencias de gloria y honor, de riqueza solemne y deslumbrante, demandadas por la época y resolvieron con plena capacidad la voluntad de evidenciar el triunfo de la Iglesia que, tras el inicio vigilante y austero de la Contrarreforma, recobró su seguridad y se lanzó, desenfrenada, por la vía de la fastuosidad y el esplendor. Los logros del pasado se orientaron hacia una estética de lo teatral, basada en la ilusión escenográfica tocada de sugestivos acentos naturalistas y rebosan-te de vitalidad. Como en la Edad Media, se unieron estrechamente arquitectura, escultura y pintura para crear la obra de arte total que, con la dramática orquestación de espacios, volúmenes, formas, colores y luces, prolongará la realidad más allá de sus estrechos y, las más de las veces, desagradables límites. El Barroco que floreció en Roma entre 1630-70, para prolongar-se hasta bien entrado el siglo xvill, pronto se difundió, a través de las tradiciones locales, por toda Italia con diversa fortuna y variado estro creador, originando un abanico de estilos regionales, a cuál más valioso. Nápoles, Lecce, Florencia, Génova, Turín, Milán, Venecia, no escaparon al atractivo del Arte Barroco, acomodando la disposición formal y los contenidos a sus gustos y necesidades.
Nivel Bibliográfico:
Monográfico
ISBN:
84-7679-404-5
Páginas:
160
Nota normalizada:
CONTENIDO: Barroco, la cultura de la imagen. Roma, de Sixto V a Gregorio XV. Roma, de Urbano VIII al fin de siglo. El Arte en los centros periféricos. Obras clave del Barroco en Italia.