RESEÑA: Matate, amor puede leerse como la demolición de la idea costumbrista de familia tipo. Aquí, el amor conyugal es vis- to como acoso. El amor del hijo es visto como acoso. Y los propios personajes son llevados al extremo de la impostura. La protagonista es una mujer que piensa en ella misma sin piedad: Leé, idiota, me digo, leéte una frase de corrido, se dice. Y ahora soy una campechana que cuelga las medias de mi hombre y mi bebé, los calzoncillos y las camisas. Brutal, salvaje, es casi imposible salir indemnes luego de haber leído a Ariana Harwicz. Matate, amor, con su tono de in crescendo teatral o cinematográfico, nos coloca otra vez frente a esa experiencia de lectura extrema.