El verano no podía terminar de peor manera: por error, Keeley se lleva el celular de otra persona. Pero la situación se agrava cuando se da cuenta de que se trata de Talon, un repulsivo y egocéntrico compañero de escuela, quien a su vez se ha llevado el suyo. A regañadientes, acuerdan que durante esa semana cada uno conservará el teléfono del otro e intercambiarán mensajes. Conforme Keeley va conociendo mejor a Talon, empieza a sentirse atraída por él. En el fondo, Talon es mucho más que un chico arrogante y engreído. Además, chatear con él le permite alejarse de la sombra de su popular hermano y descubrir que, a través de sus mensajes, puede ser la persona que siempre ha querido ser. Pero cuando finalmente se encuentran para devolverse los teléfonos, comienzan los chispazos: mientras Keeley ha sido muy sincera, durante todo este tiempo Talon ha estado guardando un secreto.