En contraste con la idea de obra, el dialecto literario acuñó el término libro único. A esa categoría pertenece los enamorados. Alfred Hayes escribió por única vez una obra maestra. Las fórmulas del amor -las que suponen un paraíso de éxtasis y felicidad, las que reclaman un vacío recíproco de identidad y posesión- pueden incluirse en los pliegues del relato, que consiente todas las situaciones y circunstancias capaces de sustentarlas. Afinada y entonada por una voz que no permite dudar acerca de lo que cuenta, esta novela inédita hasta ahora en español despertó la admiración del público y de lectores tan exigentes como Elizabeth Bowen, Stevie Smith y Antonia White. Este tribunal femenino respalda la turbulenta veracidad o por lo menos la verosimilitud tortuosa de una confesión: la del espléndido aislamiento de un hombre perdido en el laberinto de su amor.