El día que un batallón de la Infantería de Marina tomó las Malvinas una multitud eufórica celebraba en la Plaza de Mayo. Francisco se moría de ganas de ir a las islas. La guerra podía hacer de él un héroe. Pero dos meses después, cuando el telegrama llegó, Argentina había ofrecido su rendición. La batalla de Francisco se alejó entonces de las islas, pero no de sus protagonistas.