Buenos Aires : Ministerio de Cultura de la Nación, 2016.
Notas:
Cuando se recorre una muestra de historietas, en una galería, o un museo, o un libro, puede que se esté buscando una experiencia con posibilidades de disfrute múltiples, en el recorrido de dibujos, relatos, diálogos, secuencias. Se busca lo imprevisto tanto como lo recordado, y las diferencias profundas en materia de temas y estilos tanto como las coincidencias y las armonías. Y la historieta, a veces, da todo eso: más que otros lenguajes, viaja siempre entre tradiciones y novedades que aparecen con el mismo grado de diversidad que el de esos espacios obligados de encuentro múltiple como el museo o el subte. Sólo que mostrándolo, o diciéndolo, en distintas instancias de cambiante conversación: a diferencia de lo que fueron los re-latos de la fotonovela, los de la historieta no aspiran a que se los visualice como fragmentos de lo real; la tira dibujada, opuestamente a la fotográfica, pide un acuerdo singular acerca de la definición visual y verbal que propone para cada personaje, para cada momento psicológico, para cada contexto arquitectónico, para cada cita de la naturaleza. En el dibujo, pero también en esa palabra que interpela desde el globo de diálogo o desde ese arriba o abajo del cuadro (o desde esos intervalos de letra sola, reflexivos, memoriosos, explicativos), hay siempre una nueva propuesta de acuerdo al lector, que será quien termine de asociar dibujo y texto: el dibujo siempre derivará más allá de lo verbalizado, y será en la lectura donde habrá que tomar la decisión de cerrar, siempre provisoriamente, el sentido de cada cuadro, de cada tira, de cada página, y, más en el presente que en el pasado, de cada juego con los límites de los recursos del relato dibujado. Por supuesto, en ese compartir una construcción del sentido, del lado de la producción visual y verbal o del lado de la mirada y la lectura, no hay, no puede haber, un desempeño parejo: el lector lee en principio para sí, mientras que el guionista o el dibujante salen a buscar conversación desde el arranque. Y salen desde un conocer e ignorar, desde un recordar y olvidar, desde un saber y un no saber y un probar. Y en los concursos se premian las diferentes llegadas a esa instancia de un descubrir que no se cierra, así como la capacidad de diferenciación y de juego en esa inevitable demostración de destrezas, memorias y saberes. Así ocurrió con los trabajos que integran esta compilación, que reúne los trabajos que fueron premiados en el Concurso Federal de Historietas, organizado en Buenos Aires en 2015 por el Ministerio de Cultura de la Nación, y para el que a partir de una idea de Claudio Bernárdez se convocaron presentaciones de trabajos en dos áreas: la de tira de diarios, con un jurado integrado por Max Cachimba, Horacio Lalía y Juan Sáenz Valiente, y la de historieta, con otro jurado del que participé junto a Enrique Alcatena y Patricia Breccia.