Mineko Iwasaki desvela en estas conmovedoras memorias muchas incógnitas sobre el mundo de esas elegantes damas dedicadas a las artes de la música, la danza y la conversación. Si durante más de trescientos años las geishas formaron una comunidad protegidad por un antiguo código de silencio, Iwasaki despliega ante los ojos del lector su verdadera historia como integrante de un grupo de cuya peculiar actividad y carácter sagrado y secreto nadie antes se había atrevido a hablar.