Carlos es un niño que aparentemente tiene una vida normal, que pregunta más allá de lo que los adultos creen que sea oportuno. Vive en una casa con sus padres (un padre distante y una madre comprensiva), Ringo, el perro, Braulio, el sapo, y una colección de renacuajos. Va a la escuela, le gusta pasear con su tío y la novia, leer palabras de su diccionario; su imaginación lo lleva a otros lugares, por ejemplo, a veces la zanja donde atrapa los renacuajos es el río Sena, pero también sus preguntas van un poco más allá de lo que los demás chicos ven. La historia está entroncada en un contexto histórico que tiene que ver con la década del setenta y la última dictadura cívico-militar argentina, donde está muy bien reconstruido lo cotidiano: una mezcla de no saber bien qué pasaba pero teniendo la certeza que bueno no era. La ternura de Carlos, la falta de respuestas, los silencios, la escuela vigilada, los libros prohibidos, el miedo, el sometimiento y los conflictos de los adultos, que tratan de proteger a los chicos con el ocultamiento, son temas que la novela aborda; pero sobre todo es una historia que tiene la dureza de la realidad y la ternura del universo de un chico que observa y pretende comprender qué sucede.