Cerca de los puentes de Madison County están esparcidas las cenizas de dos seres que se trataron durante tres días y se amaron hasta la muerte: Francesca Johnson y Robert Kincaid. El destino los unió cuando ambos habían rebasado los cuarenta. Ella, casada y con dos hijos, llevando una placida existencia; él, un fotógrafo de vida nómada, tan libre y generoso como para respetar sin más las decisiones ajenas. Entre ellos nació un amor corto como el de una tarde de otoño pero tan profundo como las raíces de un árbol que hubieran cavado hondo en la tierra, y así nos lo cuenta Robert James Waller.