Inmediatamente de todas partes afluyó la flor y nata de los caballeros, y el día de Navidad el rey inauguró la gran Tabla Redonda, en torno a la cual se reunieron ciento cincuenta caballeros. Un sólo asiento debería quedar vacío, según el consejo de Merlín, siendo éste destinado al Caballero Elegido, que algún día comparecería para ocuparlo.