Estando al frente de una escuela de Arte, una de las cosas que más me gusta que pase, es que los alumnos me sorprendan. Sobre todo aquellos alumnos con los que uno, a través del tiempo, va desarrollando una especie de afecto en sus procesos creativos de aprendizaje. Lo que pasa con Ana, Javi, Lucas y Pablo en este libro que están a punto de ver, es un reflejo claro de lo que acabo de relatar. No solo me sorprendí al ver sus dibujos, cada vez más sólidos en relación a la historia que cuentan, sino que además redoblan la apuesta en algo para mí particularmente difícil que es el trabajo en equipo. Y no hablo solamente del típico dueto guionista dibujante, sino que en este caso ellos se mezclan todo el tiempo en una misma historia escrita y dibujada por los cuatro.