Cuando decidí adoptar una perra llamada Ángel creí que la experiencia sería interesante, aunque no especialmente exigente. Me equivoqué. De pronto, y de manera inesperada, descubrí que mi mejor recurso para relacionarme con Ángel era la experiencia reunida a lo largo de seis décadas en diversas posiciones gerenciales, y el aprendizaje resultante de ella. Comencé a recordar episodios que ampliaron mi comprensión, lo que a su vez me llevó a recordar muchas personas maravillosas que habían enriquecido mi vida profesional. Algunas muy famosas, como Stephen King, y otras tal vez desconocidas para los lectores de este libro. Con estas palabras Martín Levin nos invita a recorrer, a través de las páginas de su libro, el trayecto que él mismo recorrió con Ángel. De allí resultaron cuatro "reglas de oro": un líder debe ser capaz de generar confianza, comunicarse con efectividad, tomar las decisiones estratégicas correctas y por sobre todo, perseverar, para lograr la excelencia. Todo lo que sé de management lo aprendí de mi perro es un tierno y cálido testimonio de que, en cualquier ámbito de nuestra vida, un perro es un gran amigo. Porque, como revela el autor, graci a la encantadora Ángel prestó atención a un aspecto fundament de la toma de decisiones: en cualquier emprendimiento, profesi nal o personal, el activo más importante son las personas.