SINOPSIS: Las palabras oídas, tienen para los niños olor, sabor y color; en cambio la escritura sólo les da símbolos muertos. Los niños quieren superar la "realidad siniestra del signo" Ayudémoslos: que la voz, el gesto y el ademán sirvan de señuelos para vitalizar la lectura y hacerla fecunda, que el libro sea caja de sorpresas y no cementerio de sonidos...