El libro se divide en 26 capítulos. El primer capítulo insta al hombre a detenerse un momento y pensar que en sí mismo lleva la imagen de Dios y que esto es un consuelo frente a las penalidades de la vida. Entonces es necesario probar que este Dios existe realmente, por lo que los siguientes capítulos analiza el concepto mismo de divinidad como algo que es el máximo de todo, del que no se puede pensar nada mayor. Si este concepto es el máximo, por fuerza deberá existir, pues si no se podría aducir que existiera otra entidad mayor (existente vez a la mente ya la realidad), lo que lleva a una contradicción lógica. En el capítulo 5 estudia el papel de Dios como creador y ser supremo, tan complejo que reúne en su naturaleza conceptos aparentemente contradictorios, atributos que analiza en los siguientes apartados. Por el contrario el ser humano es limitado en cuanto al conocimiento, en contraposición al intelecto divino, que es un como una luz permanente que derrama sobre la Tierra (capítulo 16). Este Dios corresponde a la Santísima Trinidad cristiana y es accesible al creyente mediante la oración sincera del alma, que en reencontrarse con su creador se llena de alegría. Con este consuelo termina el libro, refutando el estado de angustia del inicio.