RESEÑA: Voraz es el primer volumen de Animales Hambrientos de Gabriela Orlandi. La voz de estos poemas se dice animal, vivo y lujurioso, despierta y oprimida, desnuda y en llagas. Así anda explorando el delirio de las palabras, el estallido del lenguaje. Hay un lugar protagonista donde sucede esta exploración: es en la boca, con los dientes, el paladar y la lengua activados para masticar la materialidad lingüística, ya sea como pedazos de carne o como manjares que hay que degustar. El animal poético sale a cazar: no le teme a la violencia (porque la opresión está en la lengua, en el género). No desdeña lo crudo, más bien desea ver qué se puede hacer con los restos, los fragmentos, con todo aquello que es despreciado por una visión estereotipada de lo que construye poesía. En lo animal, el cuerpo con sus necesidades (hambre, sexo, guarida) traza los recorridos, enciende esta voz que no va a frenar hasta traspasar la materia (capas y capas) y dejar a la intemperie eso (indecible) de lo que está hecha la poesía.