RESEÑA: Juan llegó hace un mes de la Argentina y no tiene trabajo. En un pub de La Haya conoce a Ruska, quien le sugiere participar en un experimento de la Facultad de Medicina a cambio de una buena suma de dinero. Viven una breve y tormentosa relación que, para él, es la posibilidad de un gran amor. Durante su internación, entre extracciones de sangre y chequeos de los médicos, le escribe a Ruska sobre sus antepasados holandeses, el profundo amor que unió a sus bisabuelos, abuelos y padres; la llegada a América; su decisión de viajar a Holanda después de la muerte de su abuela Ellen. Con cada carta de Ruska, se entusiasma con la idea de que están jugando; sin embargo, pronto se da cuenta de que más que un juego es una guerra, casi como una estrategia de la que dependiera el futuro de la relación. Dos países, dos lenguas, dos culturas, dos pasaportes, dos tiempos, dos planos. Por un lado, lo que el personaje sueña y anhela y, por el otro, la realidad concreta. La disparidad que existe entre la fantasía y la realidad son emplazados magistralmente a partir del recuerdo, la evocación y el anhelo del protagonista por fusionar esos dos mundos en uno. La trama crece en tensión y misterio, y el desplazamiento de un plano al otro cobra la forma de una suerte de cascada, a partir de una palabra que se toma y se recrea. Con una impecable estrategia narrativa, Federico Jeanmaire ha construido una entrañable historia de amor y migración que lo destaca como uno de los escritores más notables de su generación.