¿Por qué un cuento de Chejov con una obra clásica de nuestra dramaturgia? Porque los textos dialogan más allá del tiempo, el género, la estética. Así, La tristeza y Mateo desandan el mismo trayecto del viejo coche, ya sobre la nieve rusa, ya sobre el empedrado porteño: la búsqueda de un corazón solidario, el anhelo de comunicación y la lucha diaria por sobrevivir en un mundo que mareado por el "progreso", se hunde en la indiferencia. En Chejov, el padre del cuento moderno, y en nuestro Armando Discépolo, el incisivo crítico que con el "grotesco" desenmascaró la hipocresía humana, se condensan la perfección y la emoción: dos sentimientos dignos de ser disfrutados una vez más, desde esta propuesta de lecturas en diálogo.