El jovencísimo faraón Mernaré II, recién instalado en el poder junto a su hermana, la reina Nitocris, es subyugado fatalmente por la hábil cortesana Rhadopis, de turbadora belleza. Pero la poderosa casta sacerdotal, celosa guardiana de sus prerrogativas y de las tradiciones de los templos sagrados, se conjura para apartar del trono al faraón, que prefiere anteponer su orgullo, su insaciable sed de poder y su deseo a los intereses del Estado. Una hermosa y sencilla alegoría sobre la generosidad y la perfidia, sobre la fatalidad del poder aniquilador y las fuerzas ciegas que se oponen a la voluntad de los individuos.