Roma. Sólo un escritor de la talla de Robert Graves, en el que la prosa depurada y elegante, propia de un gran poeta, se aúna con la gran erudición y la intensidad de las ideas, podía conseguir este prodigio de ironía y metaforización sin apartarse de lo más mínimo de la estricta verdad histórica. A través del relato que el propio Claudio hace de su vida, Claudio el Idiota, o Claudio el Tartamudo, como le llamaban sus propios súbditos, se dibuja una amplia y abarcadora visión de la vulgaridad sobre la que se sostenía la pretendida grandeza de los emperadores de Roma. Una de esas novelas que, más que leerse, constituye un mundo en el que el lector puede habitar como un huésped privilegiado.