A Phillpotts no le interesan los detectives y los criminales: le interesan las relaciones entre personas corrientes, la maldad invisible que se adueña de las oscuras almas, el asesinato como una de las bellas artes. Y de eso trata esta subyugante novela: del asesinato como una forma de expresión, ejecutado igual que otros escriben poemas o cuidan un niño pequeño. Phillpotts es capaz de crear tensión con la simple historia de tres solterones, los hermanos Redmayne. Dueños de una importante herencia recibida de su padre, sólo tienen a un familiar a quien adoran: su sobrina Joanna Penrod, felizmente casada, habitante circunstancial de un remoto condado de Inglaterra. Allí dirige sus pasos el menor de los Redmayne, Robert, para ayudar a su sobrina a construir la que será su casa familiar y descansar de su dura experiencia en la Gran Guerra. Pero a la semana de estar allí, ocurre un incidente imprevisto: Robert Redmayne y el marido de Joanna han desaparecido cuando se dirigían en motocicleta a la vivienda en obras. Se descubrirá una gran mancha de sangre en una de sus habitaciones y también el recorrido que Robert Redmayne hizo después en su moto transportando un gran bulto oculto por un saco. Quienes lo han visto, no dudan de que el asesino haya sido Robert Redmayne, no hay dos hombres como él: pelirrojo, con unos grandes bigotes que le llegan hasta las orejas y vestido con un rojo traje de tweed. Para resolver el caso acude el mejor detective de Scotland Yard, Marc Brendon, que está de vacaciones en la zona.