RESEÑA: Francis Clifford plantea un problema inédito en el mundo del espionaje: el descubrimiento por parte del protagonista de que el mayor riesgo de su carrera está en él mismo. Simplemente porque en aquel mundo resulta tan arriesgado ignorar lo que debe saberse, como saber lo que debe ignorarse. Todos los hombres se quedan solos es, por ello, una obra cruel y despiadada, llena de sorpresas, cuyos personajes se ven empujados hacia la situación límite, hacia la crisis que pone de manifiesto su verdadera naturaleza.