RESEÑA: En «El Tridente» la primera persona atrapa y conduce por el desfiladero de temas: el misterio, la locura, las sectas. Temas que proyectan otros: el delirio, la digresión, un secreto. Constancias del vuelo de la imaginación se convierten, gracias al autor, en ejemplos presocráticos. Todo se desprende con timidez y una rara hondura, una especie de honestidad vocal, en este relato de peripecias descansadas. A poco de ir acumulando afirmaciones, se empieza a sentir la magia. La magia la establecen la introspección y una inteligencia que se ha puesto en marcha. Una inteligencia muy atenta: no quiere deslumbrar, quiere abrirse paso, ir conociéndose de a ratos, reírse, aprender a hacer un asado. El narrador ya ha sabido pasarle la pelota al protagonista. Lo deja solo frente a la parrilla. Sabe cómo cada pedacito de tradición le juega a favor, y los descarta. Después, divirtiéndose con la circunstancia, empieza a cocinar la carne. Con esa misma perfecta vocación, con ese mismo elegante desgano, Diego Sasturain ha escrito esta novela extraordinaria.