A la manera de cuando leemos teatro y lo imaginamos. Es decir, lo hacemos imagen, además de concepto. Hay en ese momento, como en esta versión al cómic, decisiones de puesta en escena. En las expresiones de los personajes hay marcas de dirección de actores. El ilustrador opera como puestista y director. Con lo que, la creación se enriquece con la otredad. Esa otredad tan temida. No nos asustemos por la osadía; ya puesta en marcha la acción de la dramaturgia, cada actor, cada accidente, condiciona una visualización, una lectura conceptual. El Teatro en Viñetas cumple con esa distanciación, acercamiento, apropiación y versionalización; la adaptación, a otros términos formales. Si las artes se integran hoy para dar nueva posibilidad expresiva contigua, el cómic va hacia el teatro, e, incluso, preanuncia un teatro que vaya hacia el cómic.