RESEÑA: Fuego en Casabindo narra una historia real ocurrida a fines del siglo XIX, protagonizada por los pobladores originarios del noroeste argentino. Pero no es una historia más: es el relato de una derrota definitiva, la de la batalla de Quera, síntesis del atropello blanco y del lento y doloroso repliegue de los coyas, verdaderos dueños de la tierra, desde entonces despojados para siempre. Aquella batalla y sus consecuencias están contadas por una multitud de voces, presentes y ausentes, vivas y muertas, que se alzan desde algún lugar del páramo para señalar la injusticia. En una tierra pobre y desolada, en la que las distancias obligan a mudar siete veces de caballo para una travesía y Dios les da velocidad a algunos animales porque no puede ocuparse de todos, bien puede regresar el alma de un guerrero para saldar la cuenta con quien lo ha matado. Ése es Doroteo, el líder coya, que retorna, como una sombra errante, para buscar a su verdugo. Sin embargo, la novela no es sólo el relato ficcional de una batalla y de sus víctimas. Es un fresco, un abigarrado conjunto de imágenes y personajes y cantares de una gesta perdida, al que Héctor Tizón se acerca con humildad y en silencio para poder oír y luego narrar, amorosamente, las propias voces del exterminio y de la pena.