Cuando se escribe sobre la Armada real inglesa del siglo XVIII y comienzos del XIX es difícil no descuidar algun aspecto: es difícil tratar con entera justicia el tema elegido, puesto que la realidad, casi siempre inverosímil, supera a la ficción. Ni siquiera la imaginación más viva e ingeniosa podría crear la figura del comodoro Nelson saltando del Captain, navío armado con setenta y cuatro cañones, a la ventana de la galería del San Nicolás, de ochenta cañones, apresándolo y atravesando rápidamente su cubierta para abordar el enorme San José, de ciento doce cañones, de modo que 'en la cubierta de un navío español de primera clase, por extravagante que pueda parecer el relato, los españoles vencidos me entregaron sus sables; y los iba pasando a William Fearney, uno de mis lancheros, que con la mayor sang froid se los ponía bajo el brazo.