Feyerabend se apoya en Soren Kierkegaard y en diversos filósofos: románticos y existencialistas para negar la racionalidad del mundo, o más bien la existencia de una Razón abstracta dominante. La ciencia es como el arte en el sentido de que no hay un "progreso" ni una "verdad" sino simples cambios de estilo. Proclama las virtudes del pluralismo cultural. Las ideas occidentales no son las mejores ni tampoco el ideal al que debe aspirar la humanidad. En su libro Adiós a la Razón, 1987 advierte que no se pueden despreciar como inútiles sistemas de creencias como la astrología o la medicina alternativa, a los que atribuye un estatus equiparable al de la ciencia.