Escrita por Galileo en 1615, un año antes de ser llamado a Roma por la Inquisición. En esta carta Galileo repite, ampliándolos, los argumentos con que defendió el sistema de Copérnico de las acusaciones teológicas que se le hacían, argumentos que había ya expuesto más brevemente en una carta a don Benedetto Castelli (1613) y en las dos cartas a Monseñor Piero Dini (1615). El texto es una vibrante y enérgica afirmación de la independencia de las investigaciones científicas fundadas en el razonamiento y en el buen sentido respecto a cualquier autoridad teológica y revelación religiosa. Aferrados por inercia al sistema ptolemaico (geocéntrico) que no saben defender con razones científicas, ciertos hombres de ciencia ignorantes e ineptos, según Galileo, intentan hacer valer contra el sistema heliocéntrico de Copérnico el pretendido testimonio de pasajes de las Sagradas Escrituras que parecen contradecirlo, sin tomar en consideración las observaciones astronómicas y los cálculos matemáticos que han probado de forma evidente la validez y superioridad del sistema copernicano.