SINOPSIS: Aunque siempre escribimos a partir del entusiasmo que nos produce la obra del artista a quien nos referimos, justo es reconocer que en contadas oportunidades el entuciasmo alcanza la euforia como la que hoy nos contagian las pinturas de Salvador Costanzo. No me parece casual el rigor de su formación académica ni su frecuentación de la persona de Magariños D, uno de los sobresalientes creadores teóricos de las artes visuales. De los más admirados por nuestro gran esteta Ignacio Pironavo. Estamos pues en presencia de quien plasmó sus trabajos a partir de las mayores exigencias, cuyos epígonos se remontan a Vantongerloo, a Malevich y sobretodo a Albers. Salvador Costanzo vaciló en su momento entre la pintura y la música, triunfando la primera, pero dejándole campo abierto a su inspiración musical, como esta serie inspirada en los Epistrophy de Thelonius Monk. Tarea paciente y absorbente la de Costanzo en espacios que por momentos alcanza los 150 por 150 cms., hazañas que le han valido distinciones como el Gran Premio Nacional.