SI tuviéramos que resaltar la virtud principal que habita en los entretejidos conceptuales de Raquel Minces, deberíamos hacerlo con una sola palabra, creta e Incuestionable: Humanidad. Cada actitud protagónica, cada relación afectivo espiritual, así como a referencia a las grandes conmociones sociales, cuales nos conducen a cataclismos individuales, a parte de la marea existencial sustentada por la sinceridad del estilo autoral, quien navega por aguas indiscutiblemente femeninas, si femenina llamamos a condición materna extendida hacia toda personaje dentro de la visión del escritor. En este caso, los giros expresivos abarcan con su íntimo halo a las criaturas literarias, instrumento necesario para desplegar complicado ángel demonio reinante en el corazón, sus desencantos, sus soledades, sus parciales y, en ocasiones, sus milagros, por todo lo mencionado hablamos de una narrativa poética humana, donde se manifiestan las pérdidas y encuentros, donde queda bien claro que la vida no es más que un contraste de luces y sombras, una comedia dramática o una dramática comedia, la fusión sinfónica del cielo y del infierno. No otra cosa. Nada más y nada menos que eso: una muchacha y un recuerdo desde el banco de la plaza; Pablo, las cartas y Miriam; Wanda y la inserción de su batalla en el dolor generalizado, la emigración y la raíz que se quiebra,
Nivel Bibliográfico:
Monográfico
ISBN:
987-9084-24-1
Páginas:
98 p.
Nota normalizada:
El septuagésimo quinto cumpleaños; La respuesta; Después de una larga noche; Tanda, la inolvidable; Sueños; Esa; Perdón; Evocación; Desde el muelle; El grito; El beso; La cajita de la abuela; Reconciliación; Soledad; Desde el parque; Desde el café; Pablo y su pequeña historia; ¿Cuál de los dos?; Una historia para recordar; El paraguas; La abuela; Memoria; Una gota.